viernes, 9 de mayo de 2008

XI. Narración

Mucha gente dice que algunos niños son muy traviesos y que hay que tenerles mucha paciencia hasta que tengan mas edad y puedan madurar. Pues yo fui una de esas niñas, era muy traviesa e inquieta, pero no lo hacia con mala intención, es solo que me gustaba jugar. Siempre me gustaba salir a correr bicicleta, patines, patineta y todo tipo de deporte en el que la velocidad estuviese presente. En ese entonces yo vivía en Carolina con mis dos hermanos menores y mis padres. Y de mis hermanos, era yo la traviesa. Cuando tenia doce años, iba corriendo bicicleta frente a mi casa por la calle porque había gente en la acera e iba corriendo rápido y pise la alcantarilla, la bicicleta se pillo en una de las rendijas y yo salí practicamente volando. Barrí la calle de brea con mis rodillas y piernas. Me levante tan rápido como pude del piso y ni me mire mis piernas, lo único que pensaba era en que mis padres no me vieran así y me tuvieran que llevar al hospital nuevamente, ya que esta no era la primera vez que me pasaba esto. Y también temía que me quitaran mi bicicleta. Así que tan pronto como pude levantarme del piso, cogí mi bicicleta y fui a casa de una vecina para que esta me curara. Cuando llegue, ella me miro, abrió la puerta y sin decir nada fue a buscar agua oxigenada, mercurio y bendas para curarme. Pase toda la tarde en su casa con sus hijos, que eran también mis amigos, y cene allí también. Cuando llego la hora de entrada a mi casa, yo no quería ir. No quería ni pensar en lo que me dirían mis padres, pero no tuve opción. Mientras iba caminando, o mejor dicho, cogeando, veo a mi padre sentado en el balcón esperando por mi. Cuando entro, mi padre me miro, abrió sus ojos azules bien grandes y entro a la casa y salio con una cadena grandisima y un candado. Me quito la bicicleta de las manos y me dijo: "Tres meses", y la puso en el patio de mi casa y le puso el candado. Nos montamos en el carro y fuimos al hospital para que me cogieran puntos en la rodilla. Mi padre me castigo, no porque fuera malo ni algo parecido, lo hizo porque esta no era la primera vez que pasaba y me había repetido lo mismo, que no corriera bicicleta rápido porque podía tener un accidente. Pero al fin y al cabo, yo era ignorante y no hacia caso.
Luego de los tres meses llego el día tan esperado para mi. El día en que podía usar mi bicicleta. Mi padre le quito el candado y la cadena y me la entrego y me advirtió lo mismo que mi madre, que tuviese cuidado y que a la próxima vez que pasara, que serian cinco meses. Como dos semanas después, yo iba corriendo en la bicicleta y mi amiga iba al lado mio e íbamos a virar en una curva y yo le digo a mi amiga que se cruce en frente mio por si viene al carro de frente y nos puede chocar. Mi amiga seguía hablando y no me escucho, de momento nos encontramos con un carro de frente y mi amiga se me cruzo abruptamente en frente mio y la gomas de la bicicleta chocaron y las dos vinimos a parar en la basura de una casa que estaba en construcción, para mi única suerte, había un pedazo de madera con clavos que sobresalían y mi pies cayó directamente en el. Me enterré un clavo de tres pulgadas que traspaso el tenis y me lo enterré entre medio de los dedos. Y si, me dolió en el alma. Como siempre, termine en el hospital y sin bicicleta por cinco meses.
Como estos accidentes, me pasaron muchos. Y se pueden contar por las marcas en mis rodillas y codos. No me molesta el tener todas estas marcas en mis rodillas, porque cada vez que las veo, me recuerdo de mi niñez y cuanto la disfrute.

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